El origen de una crisis puede ser muy diverso, ligado a terremotos políticos o (sobre todo) económicos. Eventualmente, un factor externo y aparentemente sin control engloba a los otros dos, y se convierte en un huracán para la comunicación corporativa, y también estratégica. Es el momento en que nos encontramos ahora, a causa de la nueva ola de contagios de la Covid-19.
Por Madrid, 8 de Octubre de 2020
Realizar un análisis y una estimación del impacto de la crisis en cualquier organización afectada (es decir, de la ramificación de su impacto, de cómo nos puede afectar a nivel económico, pero también social, personal y también psicológico) es importante. Sobre todo para entender y calibrar ese impacto, y para plantearnos una reacción adecuada y lógica al mismo, que contemple los recursos y las acciones precisas.
Una de las claves para los efectos de una crisis extrema en una organización se basa en fortalecer intensamente la comunicación interna en cualquier corporación y hacer un buen uso del porqué de los cambios. El salto general al teletrabajo, por ejemplo, algo habitual en nuestros días, tiene un sentido que los empleados y compañeros deben conocer claramente. La persona debe estar en el centro de esta comunicación y, en consecuencia, en el centro mismo de la gestión de los vaivenes de la misma. Por esto, lo que comuniquemos debe ser ético, adecuado, y preciso: no vamos a exagerar ni a minusvalorar. Ser real, ser claro, ser directo y preciso, va a darnos la fuerza necesaria para que se aprecie el valor y la autenticidad de lo que comunicamos.
Esa buena práctica deontológica interna debe llegar a la comunicación externa, con mensajes basados en el punto de vista más honesto posible (teniendo en cuenta lo que dicen los expertos y los técnicos). Se recomienda, por ejemplo, el uso de mensajes poco ligados a la opinión y mucho más cercanos a la parte que más beneficio social pueda tener. La autenticidad, la transparencia y la solidaridad deben ser percibidas como parte de lo que comunicamos: una corporación auténtica, que se perciba como real y alejada de la vacuidad o la falsedad, van a ser unos valores que van a convertirse en una gran inversión. Es razonable alejarse del catastrofismo y apostar más por la confianza, siempre dentro de ese respeto puro a la realidad que hemos referido.
Es decir, se priorizan los enfoques que brinden seguridad frente a la confusión o lo incierto, pero sin ocultar la gravedad del contexto o de la atmósfera en lo que se desarrolla la crisis. Es, en este marco, donde el estudio de los rudimentos de los últimos avances en gestión comunicativa de crisis resulta un bien ineludible, una necesidad que se intensifica según pasan las semanas. Por ello, un postgrado especializado, como el Máster en Comunicación Corporativa de VIU especialmente adaptado a los cambios del momento actual, se convierte en una variable que ninguna persona interesada en la comunicación corporativa puede dejar de plantearse. Esquivar las necesidades extremas en comunicación que se nos plantean hoy es condenarse no sólo a vivir atrapado en el ayer, sino a también a ser incapaz de contribuir a mejorar el futuro.