REDACCIÓN Martes 19 de junio de 2018
Hemos hecho esta pregunta a cuatro expertos en comunicación, y estas son sus respuestas.
Silvia Albert, socia fundadora de Silvia Albert in company
El nuevo gobierno de Pedro Sánchez ha resultado, en líneas generales y para una gran mayoría, una bocanada de aire fresco para la maltrecha España. Cansada de la corrupción y las mentiras, la ciudadanía dice basta y exige un nuevo modelo. También en sus formas de comunicar.
Ya no sirve de nada el maquillaje. No cuela. Si apoyamos la lucha de género contamos con el primer gobierno del mundo con mayoría de mujeres; si creemos en la solidaridad humana, acogemos a un barco de refugiados que nadie quiere; si en el pasado hemos afirmado con rotundidad que “si alguien en mi partido tiene una sociedad interpuesta para pagar la mitad de impuestos, estará fuera al día siguiente”, el ministro sale por la puerta en menos de 12 horas (hubiera sido preferible en menos). Ya no basta con contar que eres diferente; tienes que ser diferente y tu comunicación, también. El nuevo gobierno ha metido varios goles mediáticos de dimensiones internacionales. Pero, ojo, no todos van a ser tan gloriosos como las portadas con el colorista nuevo gobierno lleno de mujeres.
La comunicación del nuevo gobierno tiene que basarse, y esperemos que así sea, en tres coordenadas básicas: transparencia, ética y acciones. Transparencia porque estamos cansados de tantas mentiras, palabras vacuas y que nos traten como estúpidos. Robar es robar, engañar es engañar, la corrupción es la corrupción y estar imputado es estar imputado. Todo el mundo sabe lo que está bien y lo que está mal y por mucho que les acusen de un “gobierno de marketing” tienen mucho campo de actuación siempre y cuando no pierda el faro de lo éticamente correcto. Aquí no caben interpretaciones, y Màxim Huerta es un clarísimo ejemplo de ello. A partir de ahora, si en algún momento se ha permitido cierta holgura en el margen de maniobra de los gobernantes, ésta se ha terminado.
La ciudadanía está más atenta que nunca al relato de Pedro Sánchez y su equipo. No va a aceptar más prepotencia en las comparecencias públicas; ni ruedas de prensa a través de plasma; ni censuras políticas de una televisión pública. Cuidado con actuaciones sin preparar o declaraciones al paso: los ciudadanos vamos a mirar con lupa todas y cada uno de los movimientos del nuevo gobierno y, sobre todo, su coherencia entre lo que dice y lo que hace. Ya no se perdona. |
José Luis Sanchís, presidente de honor de Torres y Carrera
Mensajes:
Coherencia. Al estar en minoría debe realizar una prevención de daños total. Por lo tanto, sus mensajes deben ser coherentes con lo dicho ayer, con lo manifestado hoy y con lo que se realizará mañana.
Credibilidad. Los mensajes deben ir acorde con la capacidad de acción, la cual es muy limitada en términos parlamentarios. De este modo, es importante controlar la creación de altas expectativas que habitualmente dominan el discurso político. Importancia de resultado (hechos) frente a palabras.
Rigor. La acción de la oposición se presupone dura, por este motivo el ejecutivo de Sánchez debe realizar un sobresfuerzo en la gestión de los datos. El mensaje debe nutrirse de unos números lo suficientemente sólidos para enfrentar con garantías de éxito los ataques de la oposición.
Estilo:
Cercanía. El Gobierno debe tratar de verbalizar la preocupación ciudadana. En términos macroeconómicos el trabajo ya ha sido realizado por el expresidente Rajoy. Pero en el ámbito microeconómico está casi todo por hacer.
Profesionalismo. La alta capacitación del actual Gobierno es una pieza clave para el éxito de Sánchez como presidente. Los ministros deben mantener intacto este activo. Es más importante no meter la pata que sobreactuar y evidenciar debilidades que puedan hacerles parecer similares al Gobierno del Partido Popular. Huir de la idea negativa del bipartidismo (corrupción, búsqueda de beneficios propios…).
Ideología. Las encuestas son una tentación de las que Sánchez debiera recelar. El enunciado como presidente es el de gobernar para todos, como candidato socialista -en unas elecciones que se presuponen tempranas- su compromiso socialdemócrata es su principal aval.
Tono: Moderación. El tono viene determinado por la endeblez parlamentaria del Gobierno. Hasta para la disensión más fuerte, a Sánchez no le quedará otra que hacer valer la voz de la razón frente a la de la pasión. Su tempo actual es presidencial y presidenciales deben ser sus formas. |
FRAN CARRILLO, CONSULTOR POLÍTICO Y ASESOR DE COMUNICACIÓN
Este gobierno de Pedro Sánchez puede llegar a ser el más breve de la historia de la democracia española. Debido a las circunstancias por las que ha llegado y a su carácter funcional basado en efectos y necesidades, el mandato debe circular tranquilizando a los cuatro vectores que necesita para poder continuar: Europa, los mercados, los medios y la opinión pública. De momento lo está consiguiendo.
¿Por qué la comunicación será más importante que nunca en un gobierno tan funcional y corto como este? Por varias razones:
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Pablo Herreros, co-director de Goodwill Comunicación
La transparencia es “ley”. El gobierno anterior cayó por la corrupción. El objetivo del gobierno actual es brillar tanto como pueda en su gestión para llegar a las elecciones con más posibilidades de las que tenía hasta ahora el PSOE en las encuestas. Y para ello, debe dar imagen de solvencia y de transparencia absoluta.
Las ruedas de prensa sin preguntas son el plasma del que venimos. Pedro Sánchez debe hacer bandera de aceptar siempre preguntas en cualquier comparecencia -cosa que ya ha incumplido-, pues no hacerlo denota soberbia, inseguridad, falta de respeto a los ciudadanos y falta de vocación de servicio público.
Cada cargo que se nombre debe ser escrutado de forma cuidadosa para asegurarse de que no tiene nada que ocultar ni que le haga indigno de ser servidor público. La condena fiscal a Màxim Huerta se podía consultar desde hace tiempo a un golpe de clic en Google.
Un gobierno en minoría tiene que navegar en la ola del consenso: no puede aplicar su propio programa sino solo aquello que sea apoyado por una amplia mayoría de españoles y de grupos parlamentarios. La estrategia debe pasar por buscar lo compartido y no lo exclusivo; solo servirá centrarse en desarrollar y comunicar aquello que une a todos.
Sánchez se comprometió a desarrollar una protección real a los denunciantes de corrupción (una petición que le hice yo en Change.org y que suscribieron 232.000 españoles). Debe además aprovecharlo, sin estridencias, para visibilizar que a su gobierno le parece importante homenajear a quienes han arriesgado sus vidas por proteger el bien común. ¿Por qué no entregarles alguna medalla que honre su valentía y su entrega por lo que es de todos?
Debe lanzar mensajes a los colectivos más ignorados en la etapa anterior: mujeres, ancianos, jóvenes, autónomos, sector cultural y, muy especialmente, al tercer sector, con el que debe colaborar todo lo posible para desarrollar un papel mucho más activo en pro de las causas sociales más necesarias.
En cuanto al tono, es importante que subraye su preocupación por cumplir con un servicio público pero que no lo haga presumiendo de ello sino con normalidad: los españoles quieren gobiernos que hagan su trabajo -servirles- y que muestren con naturalidad, y sin sacar pecho, que el bien común es el eje que les guía.
Y lo más importante: Pedro Sánchez debe tratar de conservar la audacia que demostró para intuir cuándo debía aspirar a ser presidente con aquella moción de censura. Tiene que leer la emoción de la sociedad española para saber, como los toreros, cuándo su faena toca a su fin. Y lo debe hacer antes de que le piten el final desde fuera. El momento justo será cuando haya hecho lo suficiente como para mostrar que es merecedor de un voto de confianza de cuatro años. Y cuando se plante debe comunicarlo de forma que sus logros sean el aval que use para contraponerlo a sus rivales. El mensaje sería: “Esto es todo lo que hemos hecho con una exigua minoría parlamentaria y en un año escaso. Si nos dais el aval para repetir, “esto”, “esto” y “esto” es lo que haremos en los próximos cuatro años”.
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