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Así impidió Marcos de Quinto el despido fulminante del Dircom de Coca-Cola España

REDACCIÓN Lunes 24 de junio de 2019

Marcos de Quinto, ex vicepresidente ejecutivo y director mundial de marketing de The Coca-Cola Company, acaba de publicar el libro ‘Notas desde la trinchera’, en el que habla de un episodio que creemos de interés para nuestros lectores, y del que ofrecemos un extracto.

«En los años que presidí la División Ibérica de Coca-Cola, mi tripulación ha sido una verdadera tripulación pirata. Cada uno de su padre y de su madre, sin uniformidad alguna…, un verdadero canto a la diversidad en el más amplio de los sentidos (…)

 

Mi equipo siempre distó mucho de ser una escuadra uniformada. Nos parecíamos más a una orquesta de jazz, en la que podía dar una nota y ya unos tras otros empezaban a improvisar,  dejando que el maravilloso sonido nos llevara a donde fuese; mucho más allá de donde una disciplinada orquesta sinfónica –a la que poco se le permite escapar del pentagrama– pudiese soñar.

 

Y, por supuesto, a los purasangres hay que dejarlos galopar, si no los convertiríamos en borregos.

 

Un día recibí una llamada de Atlanta, era del responsable mundial de relaciones externas, notablemente disgustado. Parecía ser que Greenpeace había llamado al boicot contra Coca-Cola a nivel mundial, pero había excluido de dicho boicot a Coca-Cola España. Nuestra casa matriz estaba descolocada y quería saber qué narices habíamos hech.

 

Como yo tampoco lo sabía, llame a Pedro Antonio García López, a la sazón mi director de relaciones externas y uno de los más brillantes estrategas con los que jamás me haya cruzado. Le pregunté qué había pasado. Pedro me cuenta que Juantxo López de Uralde, por entonces cabeza de Greenpeace en España, y con quien manteníamos una buena relación –a diferencia de la que nuestra casa matriz mantenía con esa organización a escala mundial–,  le había llamado para conocer nuestro posicionamiento respecto al Protocolo de Kioto tras haber sido rechazada su firma por parte del gobierno norteamericano de George W. Bush. Parece ser que Pedro Antonio le había comentado a Juantxo quen nuestra posición, la de Coca-Cola Iberia, estaba absolutamente alineada con la del Gobierno español, el cual apoyaba el protocolo.

 

En paralelo, Atlanta también habla con Pedro Antonio, tras lo que me conminan a que le cese fulminantemente. Por supuesto, no lo hago. Gran revuelo. Pero resistimos el embate a la espera de que escampara… o nos volaran en la cabeza.

 

Semanas después, viajo a Suiza con los embotelladores españoles que iban a suscribir ante el propio Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, el Global Compact. Allí coincido con el numero uno de The Coca-Cola Company, Neville Isdell, chairman of the board y consejero delegado, y tengo la oportunidad de comer con él en un restaurante junto a un reducido grupo de personas. Durante la comida, le comento lo que nos ha sucedido con Greenpeace así como mi desacuerdo con “el rodillo ideológico” que Atlanta estaba tratando de imponer a las unidades de negocio y que perfectamente podría llevarnos al desastre. Neville, que además de ser un caballero es una persona inteligente, se muestra interesado por lo que tengo que exponerle.

 

Básicamente le digo que “creo que nos estamos equivocando, que estamos cayendo en una trampa. Que las empresas» no piensan» qué son solo apuntes en un registro. Que los que piensan y tienen opinión somos nosotros, los ejecutivos y nuestra gente. Y que, si lo que se quiere es imponer lo que en conciencia hemos de pensar todos nosotros (…),  corremos un gran riesgo. Que hay que respetar todas las sensibilidades. Y que, de no hacerlo, corremos el peligro de no saber qué contestar el día que se nos pregunte: “¿Y de qué religión es Coca-Cola?”.

 

Neville me mira entre sorprendido e interesado. Yo prosigo.

 

“Por supuesto que Coca-Cola no tiene religión, eso corresponde a las personas, y en Coca-Cola caben tantas  religiones como personas. De hecho, nos consumen cristianos, musulmanes, hinduistas, budistas, sintoístas, judíos, protestantes, agnósticos y ateos. Todos caben. Al igual que debieran caber todo tipo de posiciones relacionados con otros temas de conciencia”.

 

Neville se quedó pensativo y se repitió asimismo, en voz alta, como meditándolo: “¿De qué religión es Coca-Cola?”, me sonrío y asintió.

 

En ese momento supe que el tema quedaba zanjado, que no tendría mayor recorrido. No hay mayor satisfacción que trabajar para superiores inteligentes (…)».

 


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