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Comunicación para perros: un estilo pre-escolar con el que hay que acabar ya

REDACCIÓN Martes 21 de marzo de 2017

Miguel Angel Robles, socio director de Euromedia Comunicación, ha publicado un interesante post, del que publicamos aquí un extracto.

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Miguel Angel Robles comienza su post hablando sobre lo mal que se utiliza la comunicación emocional: «Hay que hacer comunicación que llegue a las personas, nos dicen. Y la mejor manera es la emoción, nos apostillan (…) Luego, cuando el discurso desciende al terreno práctico nos encontramos recurrentemente con los mismos ejemplos. Los mismos vídeos de lágrima fácil, los mismos gifts chistosos, los skecthes ingeniosos que lograron colarse en los contenidos que filtramos en nuestros perfiles sociales o en nuestros grupos de whatasapps». 

 

«Pues bien, voy a hablar claro. No se me ocurre una forma de comunicación más impersonal que este tipo de campañas basadas en vídeos virales que juegan con las emociones de las personas. No se me ocurre una comunicación menos auténtica, menos centrada en los valores, menos ética, en definitiva, que esa que, atractivamente envuelta en el celofán de las imágenes, se basa en mensajes de una elementalidad pre-escolar, repletos de sofismas que no resisten el menor filtro intelectual (…)» 

 

Robles ilustra su teoría con ejemplos concretos y muy reconocibles: «No creo que un vídeo de marca sobre igualdad de género, sobre nuevos modelos de familia, sobre la importancia de las madres, sobre ecologismo, sobre mil temas en los que apenas si existe divergencia de opinión (o divergencia de opinión que pueda hacerse pública sin sufrir un linchamiento social), sea modelo de nada: ni de comunicación comprometida, ni de comunicación personal, ni de comunicación basada en la emoción (…)».

 

«No sé dónde había más deshonestidad, si en la publicidad de producto que jugaba con nuestras emociones sirviéndonos raciones calculadas de muerte, riesgo o sexo encubierto, o en esta comunicación despreciable que juega con nuestras emociones poniendo a las marcas del lado de la solidaridad, la justicia social, el respeto a las minorías, la defensa de la vida, la acogida de refugiados y otras causas donde las opiniones discrepantes se exponen a la censura de una nueva Inquisición que no te quema en la hoguera, pero casi». 

 

Robles identifica este estilo de comunicación con lo que toda la vida han hecho los publicistas: «Décadas peleando por acotar nuestros territorios, defendiendo las fronteras de la objetividad y la información de la invasión bárbara de la publicidad y la comunicación comercial, para acabar entregando nuestro discurso (que era lógico, que era argumentativo, que era racional, que era verdad o no era), al enemigo de siempre, el que blandía las emociones frente a los datos, la seducción frente a la persuasión (…)». 

 

En su opinión, si nos entregamos a las emociones «haremos algo parecido a la publicidad o la propaganda, pero en ningún caso al periodismo: haremos sugestión, pero no persuasión; concebiremos a la persona como un sujeto del que se pueden provocar reacciones aplicándoles ciertos estímulos y no como un individuo racional que toma sus decisiones después de analizar la información. Y todo esto no es nada fashion, no es la última pirueta transmedia, ni lo ha inventado el storytelling. Es puro conductismo. Y la psicología de masas de Le Bon. Son las leyes de la propaganda científica: simplicidad, sorpresa, emoción, repetición y orquestación». 

 

Y concluye el post repitiendo sus ideas principales «de forma muy suave para que nadie se moleste»:   

 

– La comunicación con propósito que abraza causas sociales de cara a la galería me parece una estafa. 

 

– La comunicación de videos virales que llegan al corazón me parece aberrante. 

 

 – La comunicación emocional me parece fría, calculadora y malintencionada.

 

 – La comunicación dirigida a la persona me parece casi biológica y denigrantemente impersonal.

 

 – La nueva comunicación me parece al menos tan vieja como Goebbels. 

 

 «Cada vez que alguien concibe un vídeo viral, lo que tiene en su mente no es una persona pensante. Es un montón de individuos que se comportan como el perro de Paulov«.