ARTÍCULO DE ASUN SORIANO (ATREVIA) / James Bond -un icono para la generación Silver- popularizó el famoso cóctel “dry Martini” en el que juntaba tres medidas de ginebra, una de vodka, media de Kina Lillet y, tras agitarlo, se añadía una peladura de limón. De esa mezcla nacía una delicia para el paladar y los sentidos según el agente 007.
Por Asun Soriano, CEO de ATREVIA / 12 de noviembre de 2021
Pues bien, algo parecido es lo que toca hacer con las diferentes generaciones que coinciden en un mismo contexto histórico: en este momento, con la generación Zeta -los nacidos entre 1994/2010- y la Silver -quienes tienen ahora entre 55/75 años-. Es decir, se trata de mezclarlas, combinarlas y agitarlas (estimularlas e incentivarlas) para que de ahí surja un combinado imbatible y competitivo que aporte experiencia y capacidad de adaptación (los Silver) así como irreverencia e inventiva (los Zetas).
De esa simbiosis saldrían beneficiadas las empresas al ganar en capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos, en flexibilidad y en experiencia acumulada, y también mejoraría la cohesión social. Esa es la idea que hemos tratado de transmitir en el libro De los Zeta a los Silver, escrito junto con el profesor Iñaki Ortega, en el recogemos las principales características de esas dos generaciones, “los Silver “y “los Z”, que van a ser grandes protagonistas y fuerzas tractoras en nuestra actual sociedad marcada por el cambio.
Silver (resilencia) + Zetas (irreverencia): Un combinado generacional exitoso
La gestión de esta diversa pirámide demográfica pone sobre la mesa, actualmente, un importante reto, por su impacto en numerosas dimensiones críticas de nuestro sistema socioeconómico e institucional, tanto para empresas como para las instituciones. Y lo hace por nuestro triple rol como ciudadanos, consumidores y empleados.
Se trata, en primer lugar, de un desafío relacionado con los dispares intereses y sensibilidades que existen dentro de la opinión pública, en sus diferentes segmentos de edad, con respecto a temas como la diversidad, el cuidado del medio ambiente, la visión del mundo etc. También supone un reto en nuestra dimensión como consumidores; sobre las expectativas para conseguir una mejor conexión con las marcas, productos y servicios. Las marcas, sin olvidar a los Silver, a los que hay que seguir cortejando, deben conectar mejor con las nuevas generaciones a través de un cambio en los códigos de comunicación: mensajes cortos y emocionales son la mejor forma de hablarles y de llegar a ellos.
Finalmente, pero no menos importante, la diversidad generacional es un desafío en el terreno de la gestión del talento diverso dentro de las empresas, un tema clave para las compañías en estos tiempos de transformación.
En el libro defendemos la idea de que unir a Zetas y a Silver dentro de un proyecto empresarial es positivo debido a que esta estrategia posee una doble virtualidad: empresarialmente, supone abrir una ventana de oportunidad para que las organizaciones aprovechen las virtudes de cada generación como palanca para alcanzar una mejor proyección de las compañías. Socialmente, ayuda a no dejar fuera, en el desempleo, a jóvenes y maduros contribuyendo, a su vez, a que nuestras sociedades sean más sólidas y cohesionadas y ganen en estabilidad e integración.
Sin duda es un reto complejo para las empresas: ser capaces de aunar a dos generaciones separadas por 30 años de diferencia. Pero es un desafío beneficioso económica y socialmente que redunda en una mejora de la gobernabilidad institucional.
Esta colaboración intergeneracional no excluye cierta competencia entre ambos grupos, entendida como herramienta estimulante, sin que ello suponga una pugna paralizante y autodestructiva entre ambos grupos etarios. Ahí reside la habilidad de los responsables de las compañías: diseñar un combinado perfecto haciendo que los ultratecnológicos, hiperconectados y muy informados Zetas aprendan de los Silver su resiliencia y paciencia.
Por su parte, los Silver, que han demostrado capacidad de adaptación -por ejemplo, acelerando su tecnologización durante la pandemia-, pueden aprender a entender las claves del mundo actual tal y como lo ven los Zetas: sin las barreras, fronteras y límites propios del entorno previo a la actual revolución tecnológica.
Cambiar la fuerza centrípeta por la centrífuga
Sin embargo, la realidad demuestra que, por ahora, se está perdiendo esa posibilidad, y que se han quedado fuera de foco más de 15 millones de españoles entre menores de 25 años (la mayoría en desempleo o con trabajos precarios) y los de más de 55 años (en paro o que han tenido que reinventarse como autónomos lejos de las empresas para seguir en el mercado laboral). Son, por lo tanto, una importante fuerza demográfica y económica, así como también política.
La pandemia no ha hecho más que consolidar una peligrosa tendencia centrípeta de carácter socioeconómico: la de situar todo el protagonismo en las cohortes centrales de edad, es decir, entre los veinticinco y los cincuenta y cinco años. Ha sido como aplicar una fuerza centrípeta imparable que deja fuera del foco a los jóvenes de la generación Z y a los seniors: España lidera los datos de desempleo juvenil en Europa con más de un 40 %, y casi triplica la media de los países desarrollados (14% en la OCDE). Somos el peor país de nuestro continente para encontrar trabajo entre los dieciséis y veinticuatro años. Al mismo tiempo, 2020 terminó como uno de los peores años de la historia para el talento senior. Trabajar y tener más de cincuenta y cinco años es casi una utopía en nuestro país, con la tasa de actividad a partir de esta edad más baja de Europa.
Para contrarrestar esa fuerza centrípeta hay que aplicar una fuerza centrífuga, al igual que en un cóctel se utiliza esta misma para removerlo y mezclar sus diversos componentes. Algo parecido hay que hacer en nuestras sociedades con respecto a las diferentes generaciones.
Así lo señalamos en el libro: “¿Cómo es posible que la mitad de la población quede fuera de las prioridades de nuestras autoridades y de la lógica de la economía? No se entiende, pero así es … Junto con la fuerza centrípeta, en el colegio nos enseñaban la centrífuga. La fuerza centrífuga, como su etimología indica –huir del centro–, es la tendencia a alejarse del eje sobre el cual gira. Las aplicaciones de esta fuerza son muchas, pero la que más usamos es la función de su mismo nombre en las lavadoras. Las rápidas vueltas del tambor permiten eliminar la humedad y, por tanto, secar la ropa. A la luz de los tristes datos económicos y sociales de los más jóvenes y los adultos mayores, tenemos que gritar que la centrifugadora en España no funciona. No hay planes, políticas ni actuaciones público-privadas para luchar contra esa fuerza que prioriza las edades centrales y que discrimina a la generación Z y a los conocidos como los Silver”.
En definitiva, el libro supone una apelación para administrar esa diversidad con el objetivo de no solo no excluir a los Zetas y los Silver, sino comprometernos en que aporten elementos para enriquecer nuestro actual cóctel social y económico que solo será exitoso si existe colaboración intergeneracional. Sobre todo porque “no nos queda otra que arreglar la centrifugadora en nuestro país; lograr una fuerza que nos saque de la inercia y así vincular activamente a los jóvenes y a los seniors en los enormes desafíos de transformación que tenemos que abordar como país”.