REDACCIÓN Jueves 1 de junio de 2017
El brainstorming es una técnica para generar ideas muy útil para el profesional de la comunicación. ¿Sabes cómo gestionarlo?
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María Angeles Echevarría ha publicado el libro ‘La eficacia de la creatividad‘ (Ed. Esic) en donde desarrolla las principales técnicas para generar ideas: mapas mentales y conceptuales, el metaplán, la lista de atributos, el método scamper, etc.
Una de estas técnicas, el brainstorming, tiene una gran utilidad para el profesional de la comunicación y las relaciones públicas. Puede emplearse para generar ideas para una campaña de comunicación o resolver una situación compleja. Por su interés, resumimos aquí el apartado dedicado a esta técnica.
Tambien llamada “lluvia de ideas” o “tormenta de ideas”, el brainstorming es la técnica grupal de generación de ideas más utilizada y conocida. Su creador fue Alex Osbord quien, desde 1939, venía utilizándola con el propósito de conseguir que un grupo expresara sus ideas prescindiendo del espíritu crítico (…)
Sus objetivos principales son romper las limitaciones habituales del pensamiento y producir un conjunto de ideas entre las que poder escoger sin tener que someterse a una única posibilidad, ni a la lógica o al dictado de la razón. Y aquí entraríamos en las reglas básicas para su ejecución:
1. Suspender el juicio. Cuando brotan las ideas no se permite ningún comentario crítico. Se anotan todas las ideas. La evaluación se reserva para después.
2. Pensar libremente. Es muy importante la libertad de emisión. Se permiten los pensamientos salvajes, las ideas imposibles o inimaginables, los pensamientos fuera de los límites de lo habitual de los que puedan surgir soluciones nuevas y geniales.
3. La cantidad es importante. Cuanto más grande sea el número de ideas, más fácil es escoger entre ellas.
4. El efecto multiplicador. Además de contribuir con las propias ideas, los participantes pueden sugerir mejoras de las ideas de los demás o conseguir una idea mejor a partir de otras dos. A veces, cambiar sólo un aspecto de una solución impracticable la puede convertir en una gran solución.
En cuanto al número de participantes, aun cuando Alex Osborn recomendaba que el grupo tuviera doce miembros, actualmente está probado que el número ideal es de cuatro a siete personas, siendo prácticos según los casos los grupos de entre dos y diez miembros. También se puede practicar individualmente. Por otro lado, se recomienda mantener un ambiente relajado que genere confianza y escoger un secretario que anote las ideas y un moderador para organizar el caos. La duración de una sesión típica suele ser de quince a treinta minutos (para Osborn la sesión ideal es de media hora, aunque otros recomiendan sesiones más cortas para que no se pierda el interés).
Como resumen, podríamos establecer las siguientes fases:
• Calentamiento: Cada miembro puede comentar durante un minuto lo que supone para él ese tema, cómo se siente con respecto a él, etc.
• Generación de ideas: Después de delimitar los tiempos y dar las pautas principales (no enjuiciar, libertad de pensamiento, asociación, imaginación…), los asistentes comienzan a lanzar todas las ideas que se les ocurra sobre el problema planteado, mientras va tomando nota a la vista de todos. Si el grupo se queda sin ideas, se bloquea o surge el caos, actuaria el moderador para facilitar la continuidad y fluidez del proceso.
• Trabajo con las ideas (validación): Una vez terminado el tiempo, el coordinador deberá, en colaboración con el resto de asistentes, ordenar y agrupar las ideas según el criterio elegido (temática, viabilidad, etc.). En esta etapa procede la posibilidad de juzgar las ideas por sus características y seleccionar las más deseables y valiosas para el efecto perseguido. Un posible criterio para priorizar podría ser el siguiente: ideas de utilidad inmediata, ideas sobre las que seguir profundizando e ideas a descartar.
El brainstorming admite múltiples variantes y se puede combinar con otras técnicas creativas que se cometan en este libro.
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