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El Decálogo del lobista eficaz

REDACCIÓN Martes 10 de diciembre de 2013

El libro digital ‘La Comunicación Integral en el Sector Colegial’, publicado recientemente por Unión Profesional, recoge en uno de sus apartados un interesante ‘Decálogo del lobista eficaz’, elaborado por Luis Arroyo, y que extractamos a continuación.

1. La causa debe ser siempre de interés general

Los intereses corporativos no han de componer la base de nuestros argumentos (…). Por encima del interés corporativo siempre está el interés general. Una vez interiorizado este principio, es importante saber que el interés general depende de la oportunidad política, lo que se traduce en «saber si es el momento de plantear una iniciativa», para lo que hay que estar muy atentos a la agenda mediática y social.

 

2. El mejor momento para intervenir es antes de que el asunto “exista”

Cuando todavía no está definido el marco, ese es el momento idóneo para empezar a influir. Para ello es necesario conocer el escenario. Luis Arroyo recomienda los denominados “libros blancos”. El objetivo no es otro que sentar las bases del debate, sobre todo de cara a los medios de comunicación. Un ejemplo fue (…) la industria nuclear en la década de los setenta. Los grupos de presión de la energía nuclear llegaron al debate cuando los ecologistas ya lo habían enmarcado. «Si no bautizas tus proyectos, alguien lo hará», sentenció Arroyo.

 

3. El lobbying persigue una modificación (o no modificación) en un papel: es mejor dejarlo claro desde el principio

El lobbying es una actividad racional que maneja argumentos racionales. El discurso emotivo queda completamente al margen. (…) See debe dejar claro, desde el primer momento, qué se quiere. Exponer el problema y plantear un abanico de soluciones son los siguientes pasos a seguir. Así, nuestro interlocutor tendrá una idea sintetizada de nuestras demandas.

 

4. Las relaciones con nuestro “ministerio” no pueden ser oportunistas: han de ser constantes, positivas, constructivas

El trato personal es importante y no debe ser puntual, sino constante. Para “alimentar” una relación hay que tener en cuenta que el trato no ha de ser interesado, sino profesional a la par que cálido. Una invitación a un evento, una felicitación de cumpleaños, son alguno de los ejemplos manejados que pueden ayudar a que no se enfríen relaciones iniciadas, o por iniciar.

 

5. Mejor uno o dos interlocutores

En muchas ocasiones, el principal problema puede radicar en cómo dar con el interlocutor o interlocutores adecuados. Arroyo aconseja reducir el número de interlocutores para así no perder el tiempo con cargos que no tienen ningún poder ejecutor o decisor. (…) A veces, el organigrama no se ajusta a la realidad de la situación, por lo que, en estas situaciones, se requiere una cierta ayuda de dentro para saber quién se ocupa de nuestros asuntos.

 

6. Mejor documentos cortos y políticos que dossieres largos y técnicos

Documentos cortos y políticos, que se entiendan desde el punto de vista de la opinión pública, adjuntando lo complicado en anexos. Dado que el tiempo que tenemos para impactar es muy breve, cuanto más sintético y claro sea nuestro documento, mejor calará en el político.

 

7. Nuestro mejor aliado será alguien de dentro

(…) Tener un aliado dentro no tiene tanto que ver con el espionaje, como con conocer a alguien que pueda facilitarnos la interlocución o que nos pueda dar información sobre el estado de la cuestión. Luis Arroyo no descarta, a priori, ningún aliado porque, dependiendo de la estrategia, podrá hacerse presión con aliados de fuera —organizaciones afines con intereses comunes, por ejemplo— o de dentro. No hay que descartar improbables compañeros de camino.

 

8. Mejor aportar la solución que señalar el problema

(…) Cuanto más eficaces son los mensajes, más se reproducirán. Si se logra plantear el problema y la solución en una misma interacción, y ese mensaje cala, es síntoma de que el trabajo previo de sintetización del mensaje ha surtido efecto.

 

9. El buen lobista siempre está ahí: para lo bueno y para lo malo

(…) El lobista efectivo es el que, desde una modificación legal hasta un congreso o una fiesta, se mantiene. Deberían traducirse por relaciones cimentadas en el contacto, más o menos, continuado y amable.

 

10. El lobbying de base (manifestaciones) es siempre una opción, pero debe ser la última

Considerada por Luis Arroyo como «la última iniciativa» por ser la más complicada, arriesgada y cara. Se trata del último recurso, principalmente, por lo complicado que puede resultar reunir a gente que esté de acuerdo y que, en el caso de no acudir a la manifestación, pueda dejar en evidencia nuestras debilidades. No obstante, no hay que descartar las movilizaciones, aunque, en opinión del experto, «lo mejor es influir directamente en quien decide».

 

Como resumen-conclusión, Luis Arroyo plantea la secuencia ideal de relaciones entre Administración y organizaciones colegiales. Cinco palabras —problema, debate, solución, implantación, evaluación— guían la secuencia, empezando por “problema”. Porque hay que explicar que hay un problema social y, dado que afecta a la sociedad, ésta debe debatirlo, sin olvidar que las pautas del debate deben ir marcadas por aquellos que lo organizan. El debate ha de calar en la sociedad. Pasado un mes/dos meses se debe salir a escena con la solución, lo que se traduce en llevar el mensaje —claro y conciso— a la gente. Así es cómo se influye en la opinión pública. Es entonces cuando los poderes públicos proceden a la implantación de la normativa —que se ha de mostrar— y, después, se evaluará toda la acción, para mostrar que el trabajo se ha hecho bien.

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