ADOLFO LÁZARO, CONSULTOR SÉNIOR DE ESTUDIO DE COMUNICACIÓN Miércoles 4 de octubre de 2017
En la década de los 80 del siglo pasado, Tom Peters, un reputado teórico en gestión empresarial, acuñaba el concepto Management by Walking Around (MBWA), para referirse al modelo tradicionalmente utilizado por directivos y líderes empresariales para relacionarse informalmente con sus empleados.
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Una política de gestión de puertas abiertas en la que primaba la accesibilidad. Los directivos abandonaban la formalidad de sus despachos, se mezclaban con sus empleados en los pasillos, en la cafetería, en sus respectivos lugares de trabajo, para conocer de cerca sus problemas y dificultades, facilitando además con una actitud abierta y de escucha el intercambio de opiniones.
Este esquema de relación informal facilita por una parte la visibilidad del líder en un entorno más amigable y próximo, un espacio en el que se reducen no solo las distancias físicas sino también las jerárquicas. Un entorno que propicia además la conversación, el intercambio, el diálogo.
Las dimensiones actuales de las grandes empresas, con cientos o incluso miles de empleados distribuidos en centros de trabajo dispersos en el mismo país o por el mundo, hace difícil, por no decir imposible en muchos casos, la proximidad física entre líderes y empleados, ese intercambio conversacional deambulatorio o peripatético en el que sobresalieron líderes empresariales como el carismático CEO de General Electric, Jack Welch, un paradigma de la gestión empresarial.
No obstante, en la sociedad actual hiperconectada del siglo XXI, las herramientas digitales, con su capacidad para trascender espacios y fomentar la interactividad, facilitan esta cercanía. Borran fronteras, amplían la accesibilidad del discurso, y, lo que es más importante, facilitan la cercanía emocional, que es el sustrato más importante de esta comunicación entre un directivo y sus empleados.
Sin embargo, la adaptación al entorno digital de los líderes de las organizaciones es todavía más lenta. Son todavía muchos los consejeros delegados de empresas que carecen de twitter o de un blog y se muestran renuentes, por discreción o cautela, a abrazar estas nuevas herramientas.
Según el informe de Estudio de Comunicación (octubre de 2016) sobre Presencia de las empresas del Ibex 35 en el entorno digital, un 62% de los presidentes y consejeros delegados de las empresas analizadas no tiene ningún perfil en medios sociales. En España sería una excepción o una anomalía ejecutivos como el británico Richard Branson, el propietario y CEO de Virgin, que acumula varios millones de seguidores en su cuenta de Twitter.
Los directivos olvidan con frecuencia la importancia de ejercer el liderazgo en comunicación interna desde la cúspide de la organización. Confían a menudo o delegan estas tareas a segundos escalones directivos, sin advertir que su ausencia del espacio comunicativo interno puede restar de hecho credibilidad al propio proceso comunicativo y devaluar los mensajes. Los empleados recelan cuando no desconfían claramente de aquellos procesos de comunicación interna con poca o escasa presencia del equipo de gestión.
Se olvida también el carácter simbólico que posee la comunicación de un consejero delegado o el presidente de una empresa. Una comunicación más centrada en la estrategia, en la evolución del negocio, en los retos y la forma de afrontarlos. Un papel que se revela todavía más imprescindible en situaciones de crisis o dificultades. Como en un barco atravesando una tormenta, la marinería valora más las palabras de aliento del propio capitán que la esforzada exhortación del contramaestre.
Por eso, el papel todavía marginal de la digitalización de los directivos españoles pone el acento en un tema importante: el hecho de que la comunicación sigue siendo un elemento coyuntural pero no esencial en el ejercicio del liderazgo corporativo. Fomentar el compromiso e implicación de los empleados, promover la iniciativa y el cambio y la consecución de los objetivos estratégicos de la empresa a través de la comunicación es esencial en el liderazgo de las organizaciones.
Las herramientas digitales brindan a nuestros líderes empresariales del siglo XXI la posibilidad de mantener esa proximidad emocional con sus empleados que es esencial para el ejercicio de una comunicación transparente y eficaz. Una comunicación que se ejerce además desde la equidistancia y no desde el púlpito o la jerarquía. Una práctica que genera confianza, credibilidad y que transmite autenticidad.
Un ejemplo sobresaliente de líder empresarial cercano, comprometido con la comunicación, es el que ofrece el presidente de CISCO, el carismático John Chambers, que además de mantener mensualmente una reunión informal con los empleados que cumplen años en ese periodo, suele grabar también con la misma periodicidad un videoblog en el de que con un estilo directo, informal, se comunica con todos los empleados, y, lo que es más importante, les invita a que le hagan llegar sus comentarios.
Artículo de Adolfo Lázaro, consultor sénior de Estudio de Comunicación (@alazaro_m)