MANUEL SEVILLANO (ATREVIA) / Hace unos días, en La butaca de la ESG, el podcast que comparto con Alberto Andreu, presidente de la ASG, comentábamos cómo la polarización está llegando a esto de la sostenibilidad.
Por Manuel Sevillano, director de Reputación y RSC de Atrevia / 27 de febrero de 2023
Mientras, en algunas partes del mundo avanzamos a golpe de normativa. La taxonomía verde señala los criterios en los que se deben basar las entidades financieras para determinar si una inversión es o no sostenible. La taxonomía verde forma parte del Plan de Acción para la financiación del crecimiento sostenible de la Comisión Europea, un ambicioso plan que pretende orientar los flujos de capital, es decir, el dinero, a inversiones sostenibles. Para conseguirlo, es necesario que las empresas informen sobre cómo de sostenibles son sus productos y servicios y, así, es como Europa, que ha perdido unos cuantos trenes, por ejemplo el tecnológico, pretende influir en el desarrollo económico, mediante eso que han llamado el efecto Bruselas, Anu Bradfrod de Columbia Law School. Todo bien, todo alineado; elegible y en este plan.
Parece que los del dinero, fondos, inversores y financiadores varios, los que lo gestionan, empresas de todo tipo y condición, y los que regulan, políticos, se han puesto de acuerdo y entre todos vamos a un modelo más justo, más equilibrado, más sostenible. Un buen ejemplo de esta cordialidad es la del CEO de Black Rock, Larry Flink, una especie de Greta Thunderberg de los fondos de inversión. Pero…, ¡ay los peros! Vivek Ramaswamy, el presidente ejecutivo de Strive Asset Management, ha pedido a compañías como Disney, Chevron o Apple que se centren en la rentabilidad y se dejen de tonterías ESG. Vivek va explicando por ahí con mucha vehemencia cómo las grandes empresas utilizan las pensiones y jubilaciones de los estadounidenses para financiar la transición a la energía verde y otros objetivos más turbios. Parece que va a haber bronca, esta noche va a haber bronca, entre unos y otros.
Los ODS, ¡por fin la humanidad se pone de acuerdo en cómo transformar el mundo!, los ODS son una serie de objetivos que en 2015 aprobaron todos los estados miembros de Naciones Unidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta, y garantizar que todas las personas vivan en paz y prosperidad antes de 2030, el año donde se debe equilibrar la sostenibilidad medioambiental, económica y social. Rara es la compañía que no tiene en su puerta los cubos con los 17 ODS. Pero, nueva bronca… para unos, la idea del desarrollo sostenible supone que puede haber desarrollo sin crecimiento y, para otros, que no, que se trata de seguir creciendo, de manera sostenible, pero creciendo.
Broncas que, claro, han saltado a la política. El informe anual “Tendencias ESG 2023. Claves para la agenda empresarial de sostenibilidad”, publicado por Forética, pone el foco en la “exuberancia” con la que parte del sector empresarial ha puesto en valor su compromiso con la sostenibilidad en tiempo récord y eso ha generado sospechas y acusaciones de greenwashing y una fuerte polarización social, según el informe.
Y ante tanta bronca, ¿qué? Pues bueno, templanza y dar la bienvenida que han impulsado Robert Eccles, profesor de la Universidad de Oxford y declarado demócrata, y Daniel F. C. Crowley, de K&L Gates LLP y declarado republicano, que han publicado juntos una entrada en el Harvard Law school Forum . Turning Down the Heat on the ESG Debate: Separating Material Risk Disclosures from Salient Political Issues, en la que proponen dejar fuera del debate político/ideológico los riesgos climáticos.
Sigamos debatiendo, pero con mesura.