Desde hace años vivimos inmersos en la economía de la experiencia. Las cosas más cotidianas que antes hacíamos, consumíamos o disfrutábamos se han convertido ahora en experiencias, más o menos perfectas, más o menos sofisticadas, pero sin duda, pensadas y diseñadas para diferenciarse, para ser recordadas, para ser repetidas. Y sobre todo, para ser recomendadas.
Por Mar García, Managing Director de SOMOS Experiences / 25 de abril de 2023
Las sociedades occidentales vivimos desde hace décadas “sobre ofertados”, “sobre estimulados”, y eso nos ha llevado a un consumidor cada vez más difícil de sorprender y de retener. Piden a sus marcas autenticidad, buscan compartir valores y elementos como precio o servicio pasan a ser básicos.
¿Hemos tenido la misma evolución en el mercado de los recursos humanos?
En los últimos años del siglo pasado se produjo una sobre cualificación de los trabajadores, a la vez que una mejora general de las condiciones laborales. Esto nos ha llevado a una concepción diferente del trabajo. Seamos Generación Z, Millenials o Babyboomers, el trabajo es un medio de vida, por lo tanto, aspectos como salario, derechos etc., son un higiénico y esperamos que sea, además, una fuente de experiencia y autorrealización.
La disciplina del Marketing y el estudio del consumidor va muy por delante, es oportuno entonces, que los responsables de personas, aprendamos de sus aciertos y de sus errores.
Consumidor – colaborador, un binomio perfecto
El consumidor reclama autenticidad a las marcas. Igualmente, el colaborador espera transparencia de su empresa. Quieren trabajar en una empresa con propósito, que apueste por un modelo de gobernanza cercano a la economía de triple impacto, teniendo en cuenta a todos los grupos de interés. El empleado busca sentirse orgulloso de una empresa que les involucra en políticas medio ambientales, que apuesta por un trato justo a toda la cadena de valor o que se involucra en el desarrollo de las zonas y colectivos, más cercanos a su actividad principal.
Por lo tanto, desde las compañías, tenemos que esperar a que nos obligue la legislación para tomar medidas. Apostemos por planes de igualdad, ESG, voluntariados, talento senior y junior, y démosles la oportunidad de involucrarse.
El consumidor espera tener un trato justo, tener claro de inicio el alcance o las prestaciones del producto o servicio. Sin sorpresas, sin letra pequeña. El empleado reclama a su empresa honestidad y adecuación de su perfil y su valía a las características del puesto. Ya no esperamos jubilarnos en una empresa, esperamos que el tiempo que estemos juntos sea de calidad para ambos, y que ambos crezcamos en el camino.
Apostemos por Job Descriptions claros y adaptados, planes de carrera, desarrollo de talento futuro, identificación de potencial, job training, y cualquier iniciativa que haga que el colaborador sigua viendo el valor a futuro de nuestro proyecto. Y en el momento que acabe, dejémosle ir con honores, para que sea nuestro mejor embajador.
El consumidor quiere interacción con la marca. Poder co-crear productos y servicios, que su opinión sea tenida en cuenta y vivir experiencias únicas asociadas a esa marca. El colaborador quiere sentir que su voz es escuchada, y aprecia que cualquier proceso del día a día sea diferente. Apostemos por experiencia de empleado, comuniquemos de manera emocional, gamifiquemos la experiencia de venir a trabajar. Reconocimiento, red social corporativa, procesos operativos transformados en eventos experienciales son algunos de los elementos que podemos utilizar para hacerles sentir que cada día juntos es una experiencia.
Cuando un consumidor está contento, nos aseguramos la recomendación. Busquemos igualmente esa reseña, like o followers entre nuestros colaboradores. La estrategia de retención y captación de talento deber perseguir los mismos KPI’s en personas. El colaborador debe sentir que su trabajo, va más allá de un medio de vida y de autorrealización, y disfrutar de la EXPERIENCIA DE VENIR A TRABAJAR.