SELECCIÓN DE LOS MEJORES POST DE COMUNICACIÓN / Pablo Gasull publica en el blog de Agencia comma un interesante post del que ofrecemos aquí un extracto.
14 de noviembre de 2022
Pablo Gasull reflexiona en este artículo sobre el papel que la ética juega en el mundo de la empresa y, más concretamente, sobre el fenómeno bautizado como ‘la Gran Renuncia’: «Actualmente, las empresas tienen serios problemas para captar y retener talento, y este desafío, que no deja de ser un grave problema para las organizaciones, se debe fundamentalmente a una causa: la manera en la que estas entienden el trabajo dista enormemente de lo que las nuevas generaciones quieren –más flexibilidad, autonomía, calidad de vida, etc.–. Los profesionales buscan dotar de sentido a su trabajo, van a la caza de un propósito, quieren que su profesión genere impacto y deje huella en la sociedad. Estas demandas, estén o no justificadas, constituyen una aspiración sin precedentes en el mundo laboral».
Una pregunta obligada es: ante la futa de talento, ¿cómo se transforma la cultura empresarial? A raíz de la crisis de 2008, las multinacionales desarrollaron manuales éticos y programas de formación para que los profesionales tomaran conciencia de los límites y los riesgos en los que se incurre cuando escasea la transparencia y la honradez.
Pero se trataba de «una ética utilitarista que sólo examinaba aquellos conflictos que podían ocasionar perjuicios a la empresa, y normativa, ya que reduce la ética al cumplimiento de una norma (…) La ética empresarial atiende fundamentalmente a las normas sin tener en cuenta las intenciones, los deseos y las aspiraciones personales de cada individuo. Y, volviendo al problema de La gran renuncia, esta es una de las causas por las que los profesionales abandonan su trabajo –al menos cuando hablamos de trabajos cualificados–, porque las empresas no están teniendo en consideración los ideales personales de cada uno».
Según el autor del post, «los profesionales ya no ven la empresa como un lugar dedicado exclusivamente al trabajo, sino como una fuerza transformadora de la vida social que ofrece un espacio donde los empleados pueden compartir y hacer realidad sus aspiraciones más íntimas».
En sentido estricto, no hay valores de una compañía, sino comportamientos personales. Y esta coherencia interna que se exige a los profesionales es la que da sentido e insufla propósito al trabajo.
«En definitiva, La gran renuncia es un síntoma de la desorientación ética de muchas empresas, que no le han dado la importancia que merece o simplemente la han excluido del mundo de la empresa al considerarla un asunto personal. Sin embargo, los profesionales demandan precisamente cuestiones que atañen tanto a la vida profesional como a la personal: conciliación laboral, impacto social, salud mental y bienestar, transparencia y honestidad, compromiso con determinadas causas políticas, etc. Las empresas del siglo XXI tendrán que ser, por supervivencia o compromiso moral, más humanas y, ojalá, más humanistas», concluye Gasull.