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Cómo combatir la proscrastinación en el sector de la comunicación

REDACCIÓN Jueves 11 de febrero de 2016

Procrastinar, o el ‘dejarlo todo para después’, es una actitud practicada por casi todos en algún momento de la jornada laboral. 

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Procrastinar no es otra que dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, aplazar una obligación que no apetece hacer en ese momento. 

 

Laura Carro, directora de Recursos Humanos de 3AWW, explica que “una de las principales causas de la procrastinación es la sensación de fracaso ante una tarea que nos da miedo, bien porque no la dominemos o bien porque nos subestimemos a nosotros mismos”. Ante esta situación, la respuesta de un procrastinador es la de aplazar dicha tarea por otras que nos resulten más agradables o más fáciles, puesto que es la decisión más placentera a corto plazo. 

  

Aunque hay gente que tiene predisposición a ello, existen diversas formas para hacer espabilar a los ‘remolones’ o procrastinadores de nuestras compañías.

 

Establecer plazos factibles. 

La gente que tiene tendencia a retrasar sus obligaciones debe establecer plazos factibles sin que se demoren en el tiempo. En este sentido, Laura Carro, añade que “la gente que tiene tendencia a retrasar las tareas es importante que se ponga un plazo factible en un periodo corto de tiempo. De esta forma, al ver el tiempo correr, deberán ponerse a ello de forma inmediata”. 

 

Trabajar en equipo y compartir las ‘fechas de entrega’.

Cuando se trabaja en equipo es necesario cumplir con las tareas encomendadas para no perjudicar a los demás. “Compartir con los compañeros una fecha de entrega en la que el trabajo no depende sólo de un individuo provoca que el empleado con tendencia a dejar las cosas ‘para mañana’ se vea obligado a cumplir con las tareas encomendadas en el plazo establecido”, indican desde el departamento de Recursos Humanos de 3AWW.

 

Regla de los ‘5 minutos’.

Es necesario actuar rápidamente ante la procrastinación “para no dejarnos arrastrar por ella y combatirla antes de que no haya marcha atrás”, explican. Esto precisamente es lo que el experto en psicología positiva, Tal Ben Shahar, explica en la llamada regla de los cinco minutos para trabajar. Esta norma debe ser asimilada como un ejercicio mental en el que, al identificar una tarea pendiente, actuemos antes de cinco minutos para ponernos con ella.

 

Elimina las distracciones, sobre todo ‘las tecnológicas’.

 Trabajar con un ordenador con conexión a internet, muchas veces se convierte en el viento a favor para incentivar el fuego de la procrastinación. Consultar las redes sociales, informarse de los últimos acontecimientos del mundo, búsqueda de información o escuchar música… La distracción ante una tarea engorrosa se encuentra en tan solo un golpe de click. “Es importante trabajar en un ambiente de trabajo productivo, ser exigente con uno mismo y comprometerse con la tarea y dejar el móvil a un lado. Podemos establecer un plazo para descansar, por ejemplo, consultar tu teléfono cada hora y media o descansar del trabajo para desconectar y dedicar 10 minutos a otro menester más placentero”.


Recompénsate a ti mismo.

 Establecer un ritmo de trabajo estricto e intenso tampoco es productivo para uno mismo. Debes buscar el equilibrio y sobre todo establecer recompensas tras la finalización del trabajo difícil. “Salir a cenar, ir al cine o un ‘capricho’ pueden ser algunas de las recompensas por el trabajo bien hecho”, indica Laura Carro.

 

Mantén alejada la procrastinación de tu puesto de trabajo y recuerda que lo que no hagas hoy tendrás que hacerlo mañana y probablemente con menos tiempo  y más presión. Evita que el miedo al fracaso te venza y quítate de encima cuanto antes esas tareas que te preocupan. ¡No procrastines, actúa!


 

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